
Johann Sebastian Bach 2021 – 300 anys dels Concerts de Brandenburg
I Part
Concert núm. 1 en fa major, BWV 1046
- Sense indicació de tempo
- Adagio
- Allegro
- Minuet
- Trio I
- Polonesa
- Trio II
Concert núm. 3 en sol major, BWV 1048
- Sense indicació de tempo
- Adagio
- Allegro
Concert núm. 2 en fa major, BWV 1047
- Sense indicació de tempo
- Andante
- Allegro assai
II Part
Concert núm. 6 en si bemoll major, BWV 1051
- Sense indicació de tempo
- Adagio ma non tanto
- Allegro
Concert núm. 5 en re major, BWV 1050
- Allegro
- Affetuoso
- Allegro
Concert núm. 4 en sol major, BWV 1049
- Allegro
- Andante
- Presto
Akademie für Alte Musik Berlin
La Akademie für Alte Musik Berlin (Akamus) fue fundada en 1982 en Berlín. Desde sus comienzos, se ha convertido en una de las orquestas de cámara líderes del mundo en instrumentos de época y cuenta con una historia de éxito sin precedentes. Desde Nueva York a Tokio, Londres o Buenos Aires, Akamus es una invitada que aparece regularmente en los lugares más importantes de Europa y de Estados Unidos y Asia.
Akamus se ha establecido como uno de los pilares de la escena cultural de Berlín, después de haber tenido su propia serie de conciertos en el Konzerthaus Berlin durante más de treinta años y haber colaborado con la Staatsoper Berlin en su repertorio barroco desde 1994. Además, el grupo ha tenido su propia serie de conciertos en el Prinzregententheater de Múnich desde 2012.
Con cerca de cien conciertos anuales, Akamus se presenta en diversas formaciones, desde música de cámara hasta repertorio sinfónico. Además de trabajar con directores invitados, la orquesta a menudo es dirigida por uno de sus tres concertinos: Bernhard Forck, Georg Kallweit o Stephan Mai.
El grupo tiene una asociación especialmente estrecha y duradera con René Jacobs. Su pasión mutua por explorar nuevos caminos le ha llevado al redescubrimiento y la nueva interpretación de muchas óperas y oratorios, con gran éxito de crítica internacional. En el pasado reciente, Akamus fue dirigida por Emmanuelle Haïm, Bernhard Labadie, Paul Agnew, Diego Fasolis, Fabio Biondi y Rinaldo Alessandrini.
La colaboración de Akamus con RIAS Kammerchor Berlin ha motivado muchas grabaciones. Además, el grupo mantiene una estrecha colaboración con el Coro de la Ràdio de Baviera. Los invitados habituales incluyen solistas de renombre internacional como Isabelle Faust, Kit Armstrong, Alexander Melnikov, Anna Prohaska, Werner Güra, Michael Volle y Bejun Mehta. Junto con la compañía de baile Sasha Waltz & Guests, Akamus ha desarrollado producciones de éxito como Dido & Aeneas, con música de Henry Purcell, y Medea, con música de Pascal Dusapin.
Akamus ha ganado todos los premios importantes para grabaciones clásicas, como el Grammy, Diapason d‘Or, Cannes Classical, Gramophone, Edison, MIDEM Classical, Choc de l‘Année y Jahrespreis der Deutschen Schallplattenkritik. En 2006, Akamus recibió el premio Telemann de Magdeburgo y en 2014 la Medalla Bach y el Echo Klassik.
Las producciones de CD más recientes de Akamus incluyen los Conciertos para violín de Bach con Isabelle Faust, Concerti Grossi op. 6 de Handel, Missa Cellensis de Haydn junto con RIAS Kammerchor y los Conciertos para oboe de Carl Philipp Emanuel Bach con la oboísta solista de Akamus, Xenia Löffler.
Las producciones de CD más recientes de Akamus incluyen los Concerti Grossi op. 3 y op. 6 de Haendel, los Conciertos para oboe de Carl Philipp Emanuel Bach con Xenia Löffler, El Mesías de Haendel con el RIAS Kammerchor Berlin y Justin Doyle, el Réquiem de Mozart con el Coro de la Radio de Baviera y Howard Arman, y las Sinfonías 1 y 2 de Beethoven acompañadas por otras obras que influyeron en su composición.
NOTAS AL PROGRAMA
Bàrbara Durán (Bordoy)
Musicóloga i escritora
EL VIAJE CREATIVO DEL MAESTRO BACH: DE ITALIA A BRANDENBURGO
Los Conciertos de Brandenburgo son, quizás, uno de los conjuntos de piezas más enigmáticas del maestro Bach (1685 – 1750). Por un lado, siguen la extraña afección al número seis que él muestra en diferentes obras: seis Suites para violonchelo, tres juegos de seis Suites para clavicordio, seis Suites para violín, los seis Conciertos de Brandenburgo. Por otra parte, no siguen ninguna intención clara en cuanto a su contenido, su característica principal es más bien la diversidad; y tampoco se sabe el porqué de su nombre.
Es muy conocida la historia de este asunto. Hacia 1718 Bach fue a Berlín, y parece que el margrave de Brandenburgo, Christian Ludwig, le pidió una muestra de sus composiciones. Bach no se las envió inmediatamente, sino que esperó un tiempo, hasta 1721. Durante este tiempo los acontecimientos cambiaron significativamente su vida, ya que en 1720 su primera mujer, Maria Barbara Bach, murió repentinamente. Bach, que siempre deseó una posición como músico que le permitiera desarrollar todas sus capacidades, se vio en una situación difícil. Consideró ser organista en Hamburgo, pero también preparó estos seis conciertos para hacerlos llegar al margrave; la razón de este envío fue, sin duda, mostrar un trabajo que desplegaba su conocimiento de las últimas tendencias y formas compositivas: el concerto grosso, las sonatas a trío, da camera y da chiesa.
Un reto, quizás se trataba de un reto personal. Bach no necesitaba demostrar su valía en el terreno de la música religiosa, ni tampoco como organista -la vertiente que más vio reconocida en vida. Pero componer música instrumental que recogiera las nuevas tendencias italianas, con una excelente factura y carácter trepidante, eso no lo había hecho nunca.
Su residencia en Köthen (1717-1723) le permitió trabajar combinaciones y formas instrumentales que no había podido experimentar públicamente con anterioridad. Previamente, durante su estancia en Weimar hacia el 1713, el hermano del príncipe Ernst August, Johann Ernst, volvió de un viaje cargado de nuevas composiciones que había adquirido en los Países Bajos; una serie de partituras de Torelli, Alessandro y Benedetto Marcello y, sobre todo, Vivaldi. Este hecho le permitió a Bach conocer de primera mano todo lo que se estaba gestando en la música italiana del momento.
Hay una característica que desarrollan los Conciertos de Brandenburgo, y es, como se ha dicho, su variedad. Parece bastante claro que la voluntad de Bach era mostrar cómo era capaz de manejar técnicas diversas y modernas a la vez. ¿Desean estilo concertante? Aquí lo tienen. ¿Desean conciertos solísticos? Aquí encontrarán algunos. ¿Desean diálogo instrumental, un basso continuo poderoso y la intervención de instrumentos de acompañamiento con personalidad propia? ¡Pues aquí lo tienen!
Dentro de esta diversidad hay una serie de elementos comunes. Por un lado, el uso del ritornello como factor recurrente: un tema principal que es expuesto, desarrollado mediante modulaciones y permutaciones y reexpuesto como tema de recapitulación. Pero no hay que pensar que se trata de un esquema cerrado, porque Bach aplica su enorme creatividad en la forma en la que desarrolla este lenguaje estrictamente instrumental; no sólo en la manera en la que se expresa cada instrumento, sino en la forma en la que dialogan y se relacionan entre ellos. También deja claro que tanto le da incluir trompas, trompetas, oboes o flautas de pico; todos ellos acaban incluidos en un discurso magistral, poderoso y poético a la vez. La elección de los instrumentos no parece aleatoria, sino que responde más bien a la necesidad de explorar técnicas compositivas que permitían hacer crecer las posibilidades de diferentes combinaciones tímbricas, y también investigar cómo se podían desarrollar tejidos melódicos y armónicos de gran riqueza.
Del primer concierto destacan el papel protagonista de las trompas, así como el desarrollo del ritornello presentado al principio y el pequeño trío en medio del segundo movimiento, con oboes y el fagot. En el segundo concierto participan el violín y el oboe, con momentos solísticos simultáneos para los dos instrumentos. El tercer concierto, en cambio, se centra en los instrumentos de cuerda: los violines dialogando, se contestan casi en igualdad de condiciones. El cuarto concierto exhibe dos flautas de pico como solistas, combinadas con un violín concertino, un concierto delicioso por su equilibrio y expresividad. El quinto concierto vuelve a tener las características de concierto solístico, para flauta travesera y violín; se añade una sección virtuosística para el clavecín bastante inusual. En cambio el sexto concierto se destina, de nuevo, a una orquesta de cuerdas que despliega todo el estilo concertante.
Todos parecen ser una cajita de música que funciona sola, su ritmo marcado e incansable los lanza hacia delante, cada uno con su personalidad fulgurante y única. Son brillantes y profundos al mismo tiempo, la clase de conciertos que uno quisiera interpretar ante unos oyentes conscientes de los maravillosos recursos que en ellos se despliegan.
Todo ello no deja de ser, al fin y al cabo, un tratado de música instrumental de concierto, de música concertante. Bach muestra aquí, de manera inequívoca y quizás descarada, que domina, también, el terreno de la música pura, de la música instrumental. Si las palabras reinaban en sus cantatas y pasiones para mayor gloria de Dios, aquí faltan precisamente las palabras para describir la inmensa capacidad de creación, en cualquier género musical, del maestro Bach.
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