SÁBADO, 22 h
10/08/2024
TRIO VIBRART
Miguel COLOM, violí
Fernando ARIAS, violoncel
Juan Pérez FLORISTÁN, piano

PROGRAMA

Trio per a piano núm. 4 en mi menor, op. 90, «Dumky Trio» (1891)
Antonín Dvorak (1841-1904)

I. Lento maestoso — Allegro quasi doppio movimento
II. Poco Adagio — Vivace non troppo
III. Andante — Vivace non troppo
IV. Andante moderato — Allegretto scherzando
V. Allegro — Meno mosso
VI. Lento maestoso — Vivace

PAUSA

Trio per a piano núm. 1 en re menor, op. 49 (1839)
Felix Mendelssohn (1809 – 1847)

I. Molto Allegro agitato
II. Andante con moto tranquillo
III. Scherzo. Leggiero e vivace
IV. Finale. Allegro assai appassionatoe passionato – Più allegro


TRIO VIBRART

El Trío VibrArt está formado por tres destacados valores de la nueva generación de instrumentistas españoles: el violinista Miguel Colom, actual concertino de la OCNE; el violonchelista Fernando Arias, ganador del Concurso permanente de Jóvenes Intérpretes de Juventudes Musicales y del «Primer Palau» de Barcelona; y el pianista Juan Pérez Floristán, que se alzó en 2021 con el prestigioso Concurso Internacional Arthur Rubinstein.

Aparte de la larga amistad que les une, los tres han tenido una formación muy similar, tanto académica (Escuela Reina Sofía de Madrid, Hochschule für Musik «Hanns Eisler» de Berlín) como artística en general gracias al apoyo y consejos de maestros como Menahem Pressler, Eberhard Feltz, Eldar Nebolsin… Además, reúnen elementos que, combinados, dan lugar a una formación con vida propia, pero sin acallar la marcada personalidad de cada uno de sus integrantes; no en vano ninguno de ellos ha abandonado su actividad concertística o pedagógica, lo que les mantiene siempre abiertos a nuevas ideas y fuentes de inspiración.

El Trío VibrArt ha actuado en prestigiosas salas internacionales como el Wigmore Hall de Londres, la Philharmonie de Berlín y la Herkulessaal de Múnich entre otros. Con orquestas como la Konzerthausorchester Berlín, BBC Symphony Orchestra, Orquesta Nacional de España, Orquesta de la RTVE o la Orquesta de la Radio de Polonia, entre otras. Su primer trabajo discográfico incluye el Trío para piano D 929 de Schubert y el Trío para piano nº 2 op. 67 de Shostakovich.

Entre sus próximos compromisos del 2024 cabe destacar de nuevo la colaboración con la Orquesta Nacional de España, para interpretar el Concierto de trio para piano de Martinú, el debut con ADDA Sinfónica y el Triple Concierto de Beethoven, o su recital en la Sociedad Filarmónica de Bilbao, así como su participación en diferentes festivales de verano.


UN TRIO SIEMPRE ES UN RETO

Bàrbara Duran Bordoy

En la historia de los grupos instrumentales, el trío y el cuarteto son formas musicales vinculadas, inequívocamente, al desarrollo de la música occidental. Y se emplea este término, aquí, desde una perspectiva histórica y no tan etnomusicológica (los tríos y cuartetos instrumentales están presentes en culturas muy diversas de todo el mundo). Existe cierta tradición, dentro de la academia musical, de considerar a los cuartetos de cuerda como prueba de fuego para los compositores. Y podría añadirse que el trío instrumental también disfruta de esta aura de forma musical capaz de desafiar la técnica del creador musical. Los motivos son claros: en primer lugar, el nivel de dominio de la armonía y el contrapunto se pone de manifiesto en la escritura para tres o cuatro instrumentos solos, pues todo se oye de forma muy depurada; en segundo lugar, se necesita ingenio y creatividad en el tratamiento melódico, rítmico y formal para ofrecer variedad en un grupo de tímbrica única. Es decir, en el trío y cuarteto el compositor queda solo con sus recursos, sin la ayuda de la fastuosidad de la orquesta o de las voces.

El dominio de la música de cámara es desplegado por Antonín Dvorak (1841-1904) en el Trío para piano núm. 4 en mi menor, op. 90, «Dumky Trio» (1891). Con un inicio (Lento maestoso — Allegro casi doppio movimento) lento y abrupto al piano, la voz del violonchelo despega, seguida del violín en un tema de carácter íntimo donde las dos voces de los instrumentos de cuerda hablan, abriendo paso al juego, al divertimento de regusto popular. Sin embargo, siempre regresa a una seriedad reflexiva, a una exploración del lenguaje conjunto del trío con breves motivos que recuperan la energía.

El segundo movimiento, Poco Adagio — Vivace non troppo, se inicia con unos acordes repetidos en el piano que sirven de marco a un tema lírico aunque oscuro en las cuerdas. El piano habla melódicamente, sólo y dulcemente, y el tejido es delicado, casi como en un sueño. Dvorak juega con la transparencia sonora y la exploración de la tímbrica común que invita finalmente a un desenfreno conjunto. La claridad acompaña a un piano y un violín dialogante en el tercer movimiento, Andante — Vivace non troppo. El piano busca melódicamente, mientras violín y violonchelo inician una exploración que le acompaña de forma deliciosa. ¿Quizás recorren la presencia de un recuerdo? ¿La remembranza de los días de belleza ya pasados? La energía vital se abre paso dentro de estas secciones que se van interrogando, que al mismo tiempo se abren paso hacia ritmos y un lenguaje elegante del trío instrumental, sin obviar, de vez en cuando, un matiz claroscuro. En el cuarto movimiento, Andante moderato-Allegretto scherzando, sigue un diálogo a partes iguales entre el piano, el violín y el violonchelo, pausado y expresivo. Cambios rítmicos dan vitalidad y se abren al juego sonoro y a la reanudación de los elementos luminosos.

Un encabezamiento lírico abre paso al quinto movimiento, Allegro — Meno mosso. De escritura ligerísima, las modulaciones conducen a secciones de desarrollo, siempre interrumpidas por fragmentos llamativos. El dramatismo encabeza el movimiento final, Lento maestoso – Vivace, capaz de desplegar una vitalidad imparable. Sin embargo, siempre surge en el trasfondo la evocación de un sentimiento íntimo y melancólico que preside buena parte de la obra.

Si se repasa esta descripción, puede verse más bien una estructura de suite barroca (con la alternancia de movimientos rápidos y lentos) que propiamente la forma clásica del trío (forma sonata). Todo queda explicado por el título «Dumky Trio», que proviene de la palabra dumkadumky en plural—, un género folk originario de Ucrania y que se extendió por Bohemia y Polonia a lo largo del siglo XIX. Su principal característica es la alternancia de secciones de tono nostálgico y emocional con secciones mucho más vivas y rápidas. Así pues, se pueden entender los bellos cambios de estos seis dumky que presenta el Trío. Dvorak, sencillamente, añoraba la pasión y volatilidad emocional del alma eslava que dibuja magistralmente en esta obra.

El universo brillante de la música de Felix Mendelssohn (1809-1847) preside este Trío para piano núm. 1 en re menor, op. 49 (1839-1840). En contraste con el Trío de Dvorak, muestra un mayor equilibrio en las intervenciones instrumentales, con una elaborada escritura pianística. Sin embargo, Mendelssohn ama las líneas melódicas del violín y violonchelo, cuida su contraste y la claridad de sus entradas.

Hay grietas que recuerdan a sus Romances sin palabras para piano solo al inicio del segundo movimiento, Andante con moto tranquillo. Es el Mendelssohn que sabe encontrar la expresividad del romanticismo sin perder ni un ápice de su solidez compositiva. El tercer movimiento, Sherzo, lanza un inicio refulgente en los tres instrumentos a la vez, explorando su voz conjunta. El Finale comienza un poco solemne y se hace raudo, con una textura densa y concentrada.

Mendelssohn equilibra la participación de los instrumentos, y quizá se inclina más por trabajar la sonoridad conjunta del trío. Sin embargo, algunos motivos son cantados maravillosamente por el violín y violonchelo hacia la poderosa voz pianística. El piano cohesiona todo el conjunto y empasta a la generación de material musical, pero esta sólida arquitectura queda escondida bajo la medida elegancia que trasluce toda la pieza.

Un trío no deja de ser, al fin y al cabo, todo un reto.           

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