SÁBADO, 22 h
24/08/2024
FREIBURGER BAROCKORCHESTER
Gottfried VON DER GOLTZ, concertmaster
Kristian BEZUIDENHOUT, fortepiano
MOZART!

PROGRAMA

Simfonia núm. 29 en la major K. 201 (1774)
W. A. Mozart (1756-1791)

I. Allegro moderato
II. Andante
III. Menuetto: Allegretto
IV. Trio
V. Allegro con spirito

Concert per a piano núm. 17 en sol major K. 453 (1784)
W. A. Mozart (1756-1791)

I. Allegro
II. Andante
III. Allegretto

PAUSA

Simfonia en sol menor op. 6 No. 6 W.C. 12 (1770)
J. C. Bach (1735-1782)

I. Allegro
II. Andante più tosto adagio
III. Allegro molto

Concert per a piano núm. 9 en mi bemoll major «Jenamy»* K. 271 (1777)
W. A. Mozart (1756-1791)

I. Allegro
II. Andantino
III. Rondeau. Presto

*Sovint anomenat concert «Jeunehomme», tot i que va ser escrit per a Victoire Jenamy (transcrit Jeunehomme per error ortogràfic), una pianista que visitava Salzburg en aquella època


Freiburger Barockorchester

La Freiburger Barockorchester (FBO) es, a día de hoy, una de las agrupaciones líderes por su práctica escénica histórica. Ha tenido una presencia significativa en la escena internacional musical durante más de 35 años y sigue marcando pautas musicales con sus conciertos y grabaciones.

La FBO se fundó en 1987 por antiguos alumnos de la Freiburg College of Music. La nueva agrupación pronto se convirtió en una de las más buscadas para tocar con instrumentos históricos y se ganó una reputación internacional. La FBO actua con frecuencia en salas de concierto internacionales como la Berlin Philharmonie, la Wigmore Hall de Londres, el Lincoln Center de Nueva York, el Concertgebouw de Ámsterdam y la Philharmonie de Paris. La orquesta hace giras por todo el mundo, desde Sudamérica a Australia. Al mismo tiempo, la FBO tiene su propia serie de suscripciones en Friburgo, Stuttgart y Berlin, y es una invitada habitual de festivales importantes como el Festival de Salzburgo, el Festival de Tanglewood en Estados Unidos y el Festival de Música Antigua de Innsbruck.

El repertorio principal de la orquesta consiste en obras de los periodos barroco y clásico, pero también interpretan obras de compositores románticos. Como norma general, siguiendo los principios de la práctica escénica histórica, la FBO toca sin director. Sin embargo, para proyectos puntuales como actuaciones de ópera u obras que requieran de una agrupación más grande, suele trabajar con directores conocidos como Pablo Heras-Casado, Sir Simon Rattle o Teodor Currentzis. La FBO tiene una amistad musical particularmente estrecha con Réné Jacobs. 

Los directores artísticos de la orquesta son Gottfried von der Goltz y Cecilia Bernardini, ambos violinistas y artistas que aparecen como solistas. Adicionalmente, la FBO trabaja junto a una amplia variedad de instrumentistas y solistas vocales conocidos, entre ellos Isabelle Faust, Philippe Jaroussy, Christian Gerbaher, Alexander Melnikov, Andreas Staier y Jean-Guihen Queyras.

La excepcional diversidad musical de la FBO ha sido documentada en varias grabaciones galardonadas con numerosos premios, incluyendo varios premios Echo Klassik, nominaciones de Grammy y la Preis der Deutschen Schallplattenkritik.


Kristian Bezuindehout

Kristian Bezuindehout es uno de los teclistas más destacados e impresionantes de la actualidad, demostrando también un gran dominio del fortepiano, el clavecín y el piano moderno.

K. Bezuindehout es director artístico de la Freiburger Barockorchester y director invitado principal del English Concert. Es invitado habitual de grupos destacados como Les Arts Florissants, Orchestra of the Age of Enlightment (OAE), Orquesta Real de la Concertgebouw, Orquesta Sinfónica de Chicago y Orquesta de la Gewandhaus de Leipzig. También ha sido director invitado (desde el piano) de la Orquesta del Siglo XVIII, Tafelmusik, Collegium Vocale, Juilliard 415, Academia de Cámara de Potsdam y Dunedin Consort (Pasión según San Mateo).

El pianista ha colaborado con artistas reconocidos como John Eliot Gardiner, Philippe Herreweghe, Frans Brüggen, Trevor Pinnock, Giovanni Antonini, Jean-Guihen Queyras, Isabelle Faust, Alina Ibragimova, Carolyn Sampson, Anne Sofie von Otter, Mark Padmore y Matthias Goerne.

En la temporada 23/24, Kristian Bezuindehout actuará con una gran cantidad de agrupaciones como la Orquesta Nacional de Bélgica, La Scintilla, Tafelmusik, Camerata Salzburg y Orquesta de Cámara de Australia. A su vez, ofrecerá varios recitales con artistas como Isabelle Faust y Kristin von der Goltz, con quienes realiza giras por Japón. Por otra parte, visitará varios países europeos con Jean-Guihen Queyras, Antoine Tamestit, Rachel Podger, Amandine Beyer, Marco Ceccato y Chiaroscuro Quartet.

Su amplia y galardonada discografía con el sello Harmonia Mundi incluye la música completa para teclado solo de Mozart. Sus lanzamientos más recientes incluyen Viaje de invierno de Schubert con Mark Padmore, sonatas de Bach para violín y clavecín con Isabelle Faust, sonatas para piano de Haydn y los Conciertos completos de Beethoven con la Freiburger Barockorchester.  


Tiempo de galanteria, sentimentalismo y sencillez


Bàrbara Duran Bordoy

Uno de los factores que ayudan a encuadrar las obras de arte es su inclusión dentro de un período concreto de tiempo, marcado por un estilo. Esta clasificación que se convierte en estándar y conocida por todos es a menudo discutida por los mismos historiadores. No es fácil captar cuáles son los elementos que deben priorizarse o destacarse en un estilo histórico concreto, pero el hecho es que hacerlo favorece la comprensión de la obra musical en su totalidad.

Uno de los siglos más complejos, en ese sentido, es el siglo XVIII. Considerado inicialmente como un siglo seccionado estéticamente (barroco hasta 1750, clasicismo a partir de aquí), las últimas aportaciones históricas consideran que se inicia, efectivamente, con el esplendor del barroco, pero después de 1720 comienzan a surgir nuevas tendencias, como el estilo galante, que marcan cambios estéticos y que culminarán en el auge del clasicismo hacia 1780.

Las obras programadas esta noche forman parte de los umbrales entre este período central del XVIII y el clasicismo propiamente dicho.

El tema inicial de la Sinfonía núm. 29 bebe de las fórmulas melódicas habituales del estilo galán. Mozart (1751-1791) despliega una gracia difícil de encontrar en un compositor de dieciocho años, porque la sinfonía es sencillamente de una pulcritud que parece casual, pero que forma parte de una personalidad musical que ya era única. Mozart cuida aquí las pequeñas entradas de los instrumentos de viento, un elemento que nos permite observar que no los tomaba en consideración sólo para doblar las voces de las cuerdas.

El Concierto núm. 17 en sol mayor comienza con una energía muy particular que se puede encontrar en muchas obras de Mozart, así como el bordado finísimo de su lenguaje pianístico. Es en este concierto donde se detectan también una voluntad apasionada y el uso de una expresividad que no se encontraba tan claramente en la Sinfonía núm. 29, compuesta diez años antes.

Estos diez años marcan la consolidación de una de las otras corrientes estéticas fundamentales para entender el siglo XVIII, el Sturm und Drang, la «tormenta y el ímpetu», que manifiesta las señas de un romanticismo temprano: el sentimiento tormentoso, sensible y delicado. Sin embargo, al Sturm und Drang se ha llegado por una evolución del estilo galante, que propone el Empfindsamkeit o estilo sentimental: una forma aún más íntima y sencilla que el espíritu del estilo galante, la recuperación de cierta simplicidad técnica y formal propiciada por un nuevo público, los aficionados burgueses.

Se encadenan, así, las postrimerías del barroco, el estilo galante, el Empfindsamkeit y el Sturm un Drang que conduce hacia el romanticismo. Uno de los representantes más conocidos del estilo galante es Johann Christian Bach (1735-1782), el hijo pequeño de J. S. Bach, que desarrolló buena parte de su carrera en Londres. En esta ciudad conoció a Mozart en 1764, que tenía entonces ocho años, y se dice que ejerció una gran influencia sobre él en la adopción del estilo galante. Es difícil graduar el impacto de J. Bach sobre Mozart, pero sí que es cierto que este último lo tenía en gran estima. Nannerl Mozart cuenta lo mucho que se divirtieron haciendo música juntos en Londres.

En cualquier caso, esta Sinfonía en sol menor op. 6 núm. 6 usa una tonalidad menor, poco usual en las sinfonías de esos momentos. J. C. Bach explora la tímbrica de las cuerdas en las secuencias rápidas de los violines y violas del primer movimiento y también en el pequeño adorno de los violonchelos en el segundo movimiento y un cierto ambiente misterioso. Están presentes las dulces figuras en forma de ligero suspiro, de dos notas atadas, en buena parte del diseño melódico. Sin embargo, uno de los aspectos más interesantes de esta sinfonía es esta investigación tímbrica y la exploración de la expresividad conjunta de la orquesta.

No se puede dejar de lado otra corriente estética presente en este concierto: la interpretación con criterios historicistas. Escuchar los dos conciertos mozartianos con un fortepiano permite situarnos en la segunda mitad del siglo XVIII mucho mejor que las descripciones de corrientes estilísticas. Sin embargo, Mozart hace de las suyas: el inicio a cargo del solista en el Concierto para piano núm. 9, «Jenamy», y los diálogos entre solista y orquesta son de una modernidad absoluta para la época y apuntan, ya, a los conciertos para piano del romanticismo.

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