DOMINGO, 22 h
04/08/2024
ORQUESTRA FILARMÓNICA
DE LUXEMBURGO
Bruce LIU, piano
Gustavo GIMENO, director musical
ORQUESTRA FILARMÓNICA DE LUXEMBURGO
Bruce LIU
PROGRAMA
Concert per a piano i orquestra núm. 5 en fa major, op. 103, «L’egipci» (1896)
Camille Saint-Saëns (1835 – 1921)
I. Allegro animato
II. Andante
III. Molt allegro
PAUSA
Simfonia núm. 4 en mi menor, op. 98 (1885) 6)
Johannes Brahms (1833 – 1897)
I. Allegro non troppo
II. Andante moderato
III. Allegro giocoso – Poco meno presto – Tempo I
IV. Allegro energico e passionato – Più allegro
Filarmónica de Luxemburgo
La Filarmónica de Luxemburgo fue fundada en 1933 como parte de las actividades de radiodifusión de Radio Luxemburgo (RTL) y es administrada públicamente desde 1996. En 2005 se instaló en la Philharmonie Luxembourg, con la que forma una entidad jurídica desde 2012.
Sus 99 músicos de unas 20 naciones están dirigidas por Gustavo Gimeno, que ha ocupado el cargo de director titular durante las últimas nueve temporadas. Sus predecesores fueron Henri Pensis, Carl Melles, Louis de Froment, Leopold Hager (nombrado director honorario en 2021), David Shallon, Bramwell Tovey y Emmanuel Krivine.
La amplia discografía de la orquesta incluye nueve álbumes para Pentatone y cuatro para Harmonia Mundi France, el más reciente de los cuales incluye la Messa di Gloria y obras orquestales de Giacomo Puccini.
Los socios musicales de la orquesta durante la temporada 2023/24 incluyen a Hélène Grimaud, William Christie y el Quatuor Ébène como artistas residentes.
Después de invitaciones para realizar giras por numerosos países, durante esta temporada la orquesta llevará a cabo giras por España, Escandinavia y Polonia.
La Filarmónica de Luxemburgo está subvencionada por el Ministerio de Cultura del Gran Ducado y apoyada financieramente por la ciudad de Luxemburgo. La orquesta está patrocinada por el Banque de Luxemburgo, BGL BNP Paribas y Mercedes-Benz.
Desde 2010, el violonchelo «Le Luxembourgeois», construido por Matteo Goffriller, está a disposición de la orquesta gracias al generoso apoyo de BGL BNP Paribas. Desde la temporada 2022/23, la orquesta toca un violín de Giuseppe Guarneri filius Andreae y otro de Gennaro Gagliano, cedidos generosamente por la Rosemarie y Hartmut Schwiering Stiftung.
Bruce Liu
Piano
Primer premio del Concurso de Piano Chopin 2021 en Varsovia. Bruce Liu se ha consolidado como uno de los talentos más emocionantes de su generación y ha contribuido a un «estatus de estrella de rock en el mundo de la música clásica» (The Globe).
Lo más destacado de la temporada 2023/24 de Bruce Liu incluye giras internacionales con la Orquesta Tonhalle de Zúrich y Paavo Järvi, la Philharmonia Orchestra y Santtu-Matias Rouvali, y la Orquesta Filarmónica de Varsovia y Andrey Boreyko, así como la Münchener Kammerorchester en un programa de dirección. Además, realizará esperados debuts con la Orquesta Filarmónica de Nueva York, la Orquesta Sinfónica de la Radio Finlandesa, la Orquesta Sinfónica Nacional Danesa, la Orquesta Sinfónica de Gotemburgo y la Orquesta Sinfónica de Singapur. Trabaja regularmente con muchos de los directores más distinguidos como Gustavo Gimeno, Yannick Nézet-Séguin, Gianandrea Noseda, Rafael Payare, Vasily Petrenko, Jukka-Pekka Saraste, Lahav Shani y Dalia Stasevska.
Bruce Liu ha actuado a nivel mundial con importantes orquestas, incluyendo la Wiener Symphoniker, Accademia Nazionale di Santa Cecilia, Orquesta Filarmónica de Róterdam, Orquesta Filarmónica de Luxemburgo, Filarmónica de Los Ángeles, Sinfónica de San Francisco, Orquesta de Filadelfia, Orquesta Sinfónica de Montreal y Orquesta Sinfónica NHK.
En recital se presenta en importantes salas de conciertos como el Carnegie Hall, Wiener Konzerthaus, sala BOZAR de Bruselas y Tokyo Opera City. En la temporada 2023/24 debutará en el Concertgebouw de Ámsterdam, Philharmonie de París, Wigmore Hall de Londres, Alte Oper de Frankfurt, Kölner Philharmonie y Chicago Symphony Center.
Actúa en prestigiosos festivales como el de Rheingau al cuál acude cada año. Además ha tocado en la Roque-d’Anthéron, Verbier, Klavier-Festival Ruhr, Edinburgh International, Gstaad Menuhin y Tanglewood.
Artista exclusivo de Deutsche Grammophon, su último disco, Waves, salió en noviembre de 2023 con obras de Ramau, Ravel y Alkan. Su primer álbum recoge las obras de Chopin que tocó durante el Concurso Internacional de Piano Chopin, y fue uno los Mejores Álbumes Clásicos de 2021 de la revista Gramophone.
Bruce Liu estudió con Richard Raymond y Dang Thai Son. Nacido en París de padres chinos y criado en Montreal, su personalidad recoge la refinación europea, la dinámica norteamericana y la larga tradición de la cultura china.
Gustavo Gimeno
Director principal
Cuando Gustavo Gimeno asumió su cargo de director musical en 2015, expresó su esperanza de que la Orquesta Filarmónica de Luxemburgo se consolidase como una formación «donde reinasen la apertura de miras y la flexibilidad, y que tuviera la capacidad de adaptarse a diferentes repertorios, épocas y enfoques estilísticos».
Ocho temporadas después, se puede afirmar con confianza que estos objetivos se han logrado. El maestro español, que tuvo como mentores a Mariss Jansons, Bernard Haitink y Claudio Abbado y llamó la atención por primera vez en los escenarios de los Países Bajos antes de ser nombrado para su puesto en Luxemburgo, ha encontrado su lugar en la interfaz entre las grandes obras clásicas y las poco habituales del repertorio.
Prueba de ello es la increíble diversidad de obras que ha interpretado a lo largo de los años en la Filarmónica y en giras por el extranjero, junto con su voluminosa discografía en los sellos Pentatone y Harmonia Mundi, que van desde Gioacchino Rossini hasta César Franck y Francisco Coll.
Gustavo Gimeno se prepara para asumir la dirección musical del Teatro Real de Madrid a partir de la temporada 2025/26. Aquí y allá, su obra se inspira en el fuerte deseo de dar algo a los demás.
Entre los aspectos más destacados, ofrecerá al público luxemburgués durante la temporada 2023/24 la Quinta Sinfonía de Gustav Mahler, el estreno mundial de un concierto para violonchelo de Detlev Glanert y un acento romántico en forma del Concierto para piano n° 2 de Sergey Rachmaninov. Gustavo Gimeno sigue siendo director musical de la Orquesta Sinfónica de Toronto y actúa como director invitado en todo el mundo.
Esta temporada trabajará con la Sinfónica de San Francisco y la Filarmónica de Los Ángeles, entre otras.
DEL NILO A LOS ALPES
El azar artístico ha permitido la inusual coincidencia, en este mismo concierto del Festival de Pollença, de dos nombres que a priori pueden parecer antagónicos, como son los de Saint-Saëns y Brahms. El primero es un compositor parisino de ascendencia normanda, hijo de una familia católica de la burguesía y que tuvo una formación muy amplia y refinada que iba más allá de su gran conocimiento musical. El otro corresponde al de un hamburgués, nacido en una familia humilde de religión luterana y que apenas logró la formación básica de pequeño. Acomplejado por ello, de adolescente llegó a desarrollar la capacidad de leer libros de literatura puestos sobre el atril del piano mientras acompañaba los cantos de los marineros bebidos en las tabernas del puerto de Hamburgo. Con los años, ambos se convirtieron en grandes virtuosos del piano, después directores de orquesta de prestigio y, en definitiva, compositores destinados a ser verdaderos referentes de la música de sus respectivos países, como todos sabemos.
Nacieron con poco más de dos años de diferencia y cuando recordamos su aspecto, siempre nos viene a la cabeza la imagen de dos hombres de aspecto maduro, con barba y mirada seria, como si nunca hubieran sido jóvenes. Se hace difícil imaginar a Brahms como un chico atractivo de ojos azules. También lo es intuir el sentido del humor de Saint-Saëns, así como su gran espíritu viajero. La esencia de sus personalidades se hará patente en las dos obras maestras que podremos oír y que comparten, eso sí, una mirada conservadora, profundamente respetuosa con la tradición musical genuinamente romántica, donde se intuye la huella de algunos de sus grandes referentes como Franz Liszt o Beethoven respectivamente.
La primera obra, el brillante y evocador Concierto para piano y orquesta núm. 5 en fa mayor, op. 103, se estrenó en un concierto en la Sala Pleyel de París el 2 de junio de 1896. Aquel día, Camille Saint-Saëns celebraba los 50 años de su debut como pianista tocándolo él mismo junto a la Orchestre de la Société des concerts du Conservatoire, bajo la dirección de Paul Taffanel. La partitura había surgido durante el invierno de 1895-96 en la ciudad de Luxor (Egipto) en uno de sus numerosos viajes a sitios exóticos, particularmente del norte de África o de algunas islas del Atlántico o el Mediterráneo. Este dato nos hace entender el porqué del sobrenombre singular con el que siempre se recuerda esta partitura, «El concierto egipcio», un apodo que toma sentido cuando descubrimos, en particular, su segundo movimiento. Escrito veinte años después del concierto anterior, este quinto fue el último que compondría.
Desde el Alegro animato inicial se hace evidente su importante exigencia virtuosística así como su carácter romántico, con resonancias de Liszt y Chopin, aderezado con un lirismo inspirado empapado de frases cromáticas. Sigue al esperado Andante que desde la primera entrada del piano solista deja clara su vocación «egipcia». El propio compositor lo describió diciendo: «Es una especie de viaje a Oriente que por momentos incluso llega a Extremo Oriente, donde se puede oír un canto de amor nubio que oí cantar en los remeros del río Nilo». Lejos de referentes clásicos, este movimiento está más cercano a una rapsodia muy libre y fantasiosa donde no faltan las resonancias de los lejanos gamelanes de la isla de Bali, ni tampoco, al final, las sonoridades impresionistas del piano y la orquesta evocando grillos y ranas. Un virtuoso Molto allegro es el movimiento final de gran dificultad interpretativa. Alfred Cortot lo describió como «un torbellino de estrellas chispeantes». El solista, al empezar, parece imitar el sonido de las hélices de los barcos del Nilo. Así se cierra esta singular mirada oriental, claro que hecha con ojos muy europeos.
La Sinfonía núm. 4 en mi menor, op. 98, última compuesta por Johannes Brahms, es también una obra maestra de madurez, aunque el carácter evocador y otoñal que percibiremos desde el inspiradísimo tema inicial, nos aleja, desde los primeros compases, del espíritu exótico y festivo de la obra anterior. La luz vertical e intensa de Egipto se hace sesgada, contemplativa, y nos invita a la introspección.
Brahms empezó la composición de su última sinfonía en 1884, justo después de haber terminado la sinfonía anterior. Fue durante los dos veranos que pasó en el pequeño pueblecito de Mürzzuschlag, en el noreste de Estiria, en medio de los Alpes austríacos, donde ya llegaba el ferrocarril. En recuerdo de esos dos veranos, momento que Brahms siempre aprovechaba para componer, esta población inauguró en 2015 un pequeño museo dedicado a su memoria. El estreno de la Sinfonía núm. 4 se hizo con gran éxito en Meiningen el 25 de octubre de 1885, bajo la dirección del compositor. A continuación vendrían nuevas y exitosas interpretaciones de la partitura en diferentes lugares de Alemania y Países Bajos.
El antológico Allegro non troppo, construido en la clásica forma sonata, da paso a una contemplación serena que se convierte en el Andante moderato. En tercer lugar, el Alegro giocoso, un movimiento de contrastes que nos podrá traer resonancias de las populares «danzas húngaras» del propio autor. La sinfonía se acaba con el Alegro energico e passionato donde el compositor recupera el pathos dramático del inicio con pequeños flashes efímeros de luz esperanzadora, y construye todo el movimiento sobre la estructura de una especie de chacona tratada de manera personal y quizá haciendo un guiño al fragmento final de la Cantata núm. 150 de su adorado J. S. Bach.
Joan Vives Bellalta
Músico y divulgador
ORGANIZA Y PATROCINA
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